¡Buen día desde Chile! Ando de vacaciones aprovechando también la oferta de productos y marcas qué existen de este lado de la cordillera.Principalmente estoy buscando todo lo necesario para mi hija, Francisca. Pero mientras me enfoco en el objetivo, también ayudo a mamá a buscar ítems que valgan la pena para ella.

Arranco esta nueva etapa con una propuesta interesante: Tomar el control de nuestro guardarropa. Como les comenté la semana pasada, me propongo rechazar el consumo compulsivo. Elijo desacelerar la velocidad que propone el fast fashion para elegir conscientemente qué prendas me acompañaran en mi día a día.
Mi vínculo con la moda está andando un camino.
Es un recorrido que redescubro cada vez que lo pongo en palabras.
Porque además de prendas vanguardistas, texturas sugestivas y combinaciones curiosas, muchos otros estímulos coinciden para moldear mi estilo. La historia de la humanidad, el desarrollo de las diferentes ramas del arte y los aportes de interesantes talentos humanos me inspiran a construir una identidad propia. A través de ese proceso intento devolver algo útil y singular al mundo del diseño.
El estilo net nos rodea. Parece que con él la moda hubiera tomado una dirección segura donde reposar. En un lugar en el que se combinan materiales nobles con prendas de cortes simples y elegantes.
Honoré de Balzac, escritor francés creó el Tratado de la vida elegante, donde define a la elegancia como “la ciencia de no hacer nada igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos.”
Dándole un guiño a tanto look abrigado, les traigo una propuesta para anticipar lo que será el cambio de temporada.
Recuerdo una entrevista que le hicieron a Nicole Richie, personalidad referente del mundo de la moda. La periodista le preguntó: “¿Qué tendencias seguís?” Graciosamente ella respondió: “¿Qué son las tendencias?”
Alguna vez les conté acerca del proceso que desarrollo cuando me siento a escribir. Ante cada nuevo estilismo que les muestro existe un objetivo previo.
Cuando cumplí 15 años ya tenía claro que quería ser diseñadora. Inventaba prendas que, afortunadamente, podía llevar a la realidad. Sara, una modista amiga de mi familia, confeccionaba las piezas “alfileteadas” que creaba en mi cuarto. Esos fueron mis primeros pasos por el mundo de la moda.